Tan solo existe el instante,

el desquicio que se apaga en la única razón que dará el fuego,

el bosque traído recién cuando el suspiro adentró al llanto hacia el placer,

el vuelo que termina una vez que comienza el tiempo.


No podemos estirar al relámpago encima de la inquietud,

ni mirarnos desde la igualdad de las fieras,

porque las ceremonias cumplen sus leyes

mientras estemos de este lado del espejo.



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